A lo largo de la historia, el ser humano ha desarrollado distintas maneras de ejercer un gobierno, con estructuras y normas de lo más diversas. Una de ellas es la monarquía, donde el cargo más importante del Estado es vitalicio (se ocupa hasta la muerte) y se designa, generalmente, a través de herencia (se recibe el poder por parte del padre u otro familiar).
El término monarquía proviene de la fusión de los términos griegos monos (uno) y arkein (poder) que significa «el poder concentrado en uno». Se distingue de la tiranía y el despotismo porque implica un poder legítimo, a diferencia que estos otros gobiernos que se caracterizan por la ilegalidad y la arbitrariedad en el ejercicio del poder. Por otro lado, se diferencia de la república porque hay una estrecha relación entre el poder del rey y el ejercicio del mismo en el ambiente público. En la república no existe un poder inherente a las personas, sino que quien lo ejerce desempeña un cargo público.
Quien tiene el poder en una monarquía es el monarca, aunque de acuerdo a la estructura jurídica del gobierno o de la región, puede recibir diversos nombres: rey, emperador, zar, káiser, etc. El Estado que es regido por un monarca también puede recibir el nombre de reino, además de monarquía.
Existen varios tipos de monarquías. Estos son los más conocidos, dentro de los cuales existen ciertas variantes:
Una monarquía autoritaria se le llama a un gobierno que posee poderes sobre un territorio, los cuales se basan sobre todo en la burocracia (impuestos, ejército único y sistema económico manejado de forma centralizada por el monarca). Era un sistema muy común en la antigüedad, donde el gobernante era el Rey que provenía del sector noble de la sociedad y cuyo cargo le era cedido por un lazo hereditario. Dicho monarca mandaba sobre todo el pueblo, valiéndose del servicio de vasallos y campesinos e imponiendo una suma obligatoria de impuestos.
Han existido monarcas que eran tan sólo títeres de los nobles más poderosos o de la Iglesia, a quien muchas veces les debían favores económicos que permitía que fueran manipulados por dichos sectores.
La primera monarquía autoritaria que existió fue la que estableció en 1385 Juan I en Portugal, de la dinastía de Avis. Después de él vinieron muchos años de monarquías en todo el continente Europeo.
Las características de una monarquía absoluta son, un gobierno donde el rey posee los tres poderes: judicial, ejecutivo y legislativo. Dicho representante se basa en la ley divina y el poder le es otorgado de forma hereditario (hijo de reyes). Entre la monarquías europeas el modelo de monarquía más conocido fue el absolutista impuesto por los franceses.
Monarquía parlamentaria o constitucional es un modo de gobierno donde el monarca tiene poderes limitados por una institución que recibe el nombre de Parlamento y que se rige por un conjunto de leyes establecidas (Constitución). Un grupo que representa los tres Estados. En este tipo de gobierno los poderes se dividen en tres: judicial, ejecutivo y legislativo y el Parlamento regula el normal funcionamiento del Reino, colaborando con el Rey e imponiendo ciertas estructuras y límites a su mandato sobre todo en el poder legislativo. Este modo de gobierno fue el que hizo posible por primera vez en la historia derechos a la libertad individual y a tener defensa en un juicio y es originario de Inglaterra y los Países Bajos (Siglo XVII).
Las monarquías híbridas existen cuando el sistema de gobierno se sitúa en un punto intermedio entre una monarquía individualista y absoluta, y una monarquía regida por una Constitución. Esto quiere decir que el rey no ostenta todo el poder sobre un territorio, aunque conserva una notable fortaleza política.
Estos dos últimos regímenes, por lo tanto, se diferencian de la monarquía absoluta, donde el monarca concentra el poder total (no hay división de poderes y toma las decisiones por su cuenta, sin dar explicaciones a ninguna cámara legislativa o poder judicial).
Desde siempre, muchos monarcas han sido consagrados bajo la divinización de su persona. En estos casos, se considera que el rey es un Dios o que ha sido elegido por un ser superior. Un ejemplo clásico de esta situación lo encontramos en el Egipto de hace miles de años, cuando el faraón era elevado por sobre los mortales.
En la actualidad existen varios países del mundo donde existe la monarquía constitucional coexistiendo con otras formas de gobierno, en su mayoría democráticas. En los casos de países de África y Asia el papel del gobernante es fundamental, en otros países, meramente simbólico. En estos últimos casos para continuar con la tradición del país, las sociedades han preferido mantener la monarquía para no romper con ciertas costumbres, aunque en estos casos ha debido modificarse la esencia de estos gobiernos y los monarcas han perdido poder. Para ejemplificar esto podemos mencionar entre otras a las actuales monarquías de Reino Unido, España, Dinamarca y Canadá. Son monarquías constitucionales o parlamentarias, bajo un sistema democrático y de soberanía que está en manos del pueblo y donde el monarca mantiene un papel especialmente simbólico y representativo, aunque también puede ejercer como árbitro o consultor.