Dentro del conjunto de la ciencias sociales existe una disciplina que se interesa por trabajar con aspectos culturales, sociales y económicos que puedan ser rastreados en el tiempo. La arqueología es una ciencia muy práctica ya que se ocupa de analizar restos materiales que otras civilizaciones del pasado han dejado y que se han conservado hasta la actualidad.
Una ciencia que desentierra y desempolva.
Una de las principales características de la arqueología es que esta disciplina trabaja con materiales que han sido enterrados o que, con el paso del tiempo, han quedado fuera del alcance de cualquier persona por haber sido tapados por capas y capas de tierra. Así, los arqueólogos tienen como principal tarea desenterrar muy cuidadosamente aquellos elementos que puedan haber quedado bajo tierra para analizarlos y lograr un mejor entendimiento de la civilización que se estudia.
Los yacimientos arqueológicos pueden variar significativamente en tamaño: mientras algunos se ocupan de desenterrar objetos pequeños y muy delicados, otros se dedican a analizar construcciones muy antiguas que pueden llegar a formar poblados enteros que permanecieron mucho tiempo bajo tierra. En este sentido, la arqueología se suele relacionar con las tumbas egipcias que fueron encontradas recién a principios del siglo XX y que representaron una maravillosa novedad histórica.
Desenterrar no es la única tarea de un arqueólogo.
Para comprender realmente qué es la arqueología, debemos señalar que la misma no se ocupa sólo de desenterrar objetos perdidos (¡si fuera así, más que una ciencia sería una búsqueda del tesoro!) sino que también debe analizarlos y estudiarlos muy cuidadosamente.
En este sentido, la arqueología combina elementos de las ciencias sociales ya que analiza el comportamiento económico, cultural o político de sociedades antiguas. Pero también necesita de métodos de trabajo vinculados a las ciencias naturales, la física e incluso la matemática.
Esto es así debido a que para datar los elementos encontrados muchas veces se debe recurrir a técnicas químicas o físicas que analizan de qué material está compuesto ese elemento, cómo ese material se fue deteriorando con el paso del tiempo, qué información podemos tener sobre su antigüedad a partir de ese deterioro, etc. Una vez que estás cuestiones están más o menos definidas, el arqueólogo pasa a estudiar en su laboratorio qué nos dice toda esa información sobre la sociedad estudiada. También se puede analizar la variedad de capas de tierra o suelo que se fue depositando sobre el yacimiento de modo de poder calcular con ello también la antigüedad de esos hallazgos.
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