Los niños de dos años están tan ansiosos por explorar el mundo por su cuenta que cuando se topan con una barrera, ya sea la preocupación de su madre por su seguridad o su incapacidad para escalar una estructura alta, reaccionan con una negatividad intensa. Eso también se ve impulsado por su creciente identidad, que los alienta a poner a prueba sus límites y definir sus deseos y deseos, y por sus habilidades de comunicación aún en desarrollo, que a veces se sienten inadecuadas para sus necesidades. Por lo tanto, cuando los niños de esta edad están enojados o frustrados, lo cual es frecuente, hacen una rabieta, de ahí la etiqueta «los terribles dos.»
La cosa es, sin embargo, que los niños de 3 años pueden pasar por lo mismo. Los niños pasan por muchas fases a lo largo de sus vidas: A veces están en paz, a veces trabajan en una habilidad difícil como la empatía o el compartir y se desaniman fácilmente, y otras veces están lidiando con cambios en la vida que todos, mayores y jóvenes, experimentan, como mudarse o una muerte en la familia. Los padres tienden a centrarse en los «terribles doses» porque son muy notorios, pero los momentos difíciles pueden ocurrir en cualquier momento.
A medida que su hijo crece, sus habilidades aumentan y también lo hace su comprensión del mundo que lo rodea. Sorprendentemente, sin embargo, estos nuevos descubrimientos a veces pueden agravarla o hacerla enojar. Si acaba de comenzar el preescolar, es posible que esté reaccionando a las nuevas demandas que se le hacen. Si tiene un nuevo hermano, puede estar atacando porque está celosa del bebé. O simplemente podría estar teniendo dolores de crecimiento.
Lo que es más importante es cómo reaccionas a sus arrebatos; vea nuestras tácticas de rabietas para sugerencias. Gritar o alejarse con ira o impaciencia solo empeorará las cosas. En su lugar, mantén la calma y trata de no tomártelo demasiado en serio. Anime a su hijo a expresar sus sentimientos con palabras y, si no puede o no quiere, sea paciente. Trata de averiguar si algo en particular la está molestando y ayúdala a resolverlo. Y si se vuelve agresiva (regresa a morder, patear, golpear o tirarse del cabello), pruebe nuestras tácticas y, si la agresión persiste, consulte al médico de su hijo para descartar otras posibles causas de su comportamiento.