Una adicta a la heroína de 34 años en el octavo mes de embarazo fue encontrada muerta en su apartamento. La cabeza de un feto sobresalía en parte por debajo del resbalón de la mujer. En el momento de la autopsia, el cuerpo se encontraba en avanzado estado de putrefacción con reflejos, decoloración de casi toda la superficie del cuerpo mostrando veteado pronunciado y, además, ahora no solo la cabeza sino también la parte superior del pecho de un feto muerto se salga de la vía del parto con la cabeza presentación. La autopsia no mostró signos de violencia externa antes de la muerte y, en particular, no se detectaron indicios de manipulaciones anteriores en la región del conducto obstétrico y el útero. La cavidad uterina mostró alteraciones putrefactas pronunciadas con las membranas amnióticas parcialmente elevadas e hinchadas en forma de globo. Los análisis toxicológicos revelaron intoxicación aguda por heroína de la madre y el niño. El recién nacido inmaduro no mostró signos de nacimiento vivo. Patogenéticamente, el hallazgo no solo de la cabeza, sino también de la parte superior del pecho del feto que se extruyó del canal de parto en el momento de la autopsia (contrariamente a la observación hecha en la escena de la muerte de que solo una parte de la cabeza del feto sobresalía) es consistente con la extrusión fetal post mortem causada por la presión de gas putrefacto contra el útero embarazada, según se informó en la literatura patológica forense alemana anterior.