Brasil ha desarrollado un sistema agrícola comercial a gran escala, reconocido en todo el mundo por su papel en el crecimiento económico interno y la expansión de las exportaciones. Sin embargo, el éxito de este sector se ha asociado con la destrucción generalizada de los ecosistemas brasileños, especialmente el Cerrado y la selva amazónica brasileña, así como con la degradación ambiental. El desarrollo agrícola de Brasil también ha llevado a la consolidación de la tierra, agravando una desigualdad histórica en la distribución de la tierra. Este patrón de crecimiento agrícola ha reforzado el estatus de Brasil como uno de los países más desiguales del mundo en términos de distribución del ingreso, lo que dificulta afirmar que la nación está siguiendo un camino de desarrollo sostenible. Para lograr el desarrollo sostenible, el Brasil debe conciliar su sistema agrícola tropical moderno, cada vez más productivo, con la preservación del medio ambiente, la equidad social y el alivio de la pobreza en las zonas rurales y urbanas. Aunque es una tarea de enormes proporciones, Brasil tiene la oportunidad de liderar a los países tropicales en la combinación de una agricultura modernizada con ecosistemas altamente diversos y funcionales. La mejora continua de las condiciones socioeconómicas es igualmente importante y requerirá mayores esfuerzos para reducir las desigualdades en la distribución de los ingresos y la tierra en el sector rural.