Las redes sociales son un espacio de exposición y hasta de generación de noticias, en la vida de millones de personas en todo el mundo, que encuentran en ese espacio una forma virtual de contar qué hacen y qué les pasa. La información que allí se vuelca puede abrirle la puerta a una práctica que también creció con el mismo ritmo que han evolucionado espacios como Facebook, Twitter o Instagram, entre otros: la conocida como stalkear.
Stalkear es un neologismo aplicado en la jerga de las redes sociales que se refiere al ciber acoso. Proviene de la deformación de una palabra anglosajona: stalker, que en inglés acosador. En ese idioma, la forma correcta de denominar a la acción de acosar es stalking.
También se habla de stalkear en las redes sociales para conseguir citas, como Tinder o Happn, o en las aplicaciones de mensajería instantánea, como WhatsApp, donde también existe la posibilidad de realizar publicaciones, en los llamados «Estados» y mostrar cuestiones inherentes a la vida privada de cada persona.
Para el mundo virtual, la caracterización de un stalker puede no tener siempre una connotación tan grave como se le podría atribuir en otros ámbitos. Stalkear ya se refiere a la simple acción de estar pendiente de las publicaciones de otra persona en las redes, sin otro afán más que estar informado sobre su vida, aunque es cierto también que dicho comportamiento llevado a un extremo representa acciones vinculadas con el acoso.
De hecho, stalkear en las redes sociales es a veces una herramienta utilizada para investigar a una persona que le envió una solicitud de conexión (pedido de amistad en Facebook o para seguir en Instagram) y definir, por su perfil, gustos y publicaciones, si acepta o no integrarla a la comunidad virtual.
Sin embargo, ante el crecimiento de la práctica de stalkear en las redes y con el fin de establecer límites a quienes lo realizan, un grupo de diputados de la Unión Cívica Radical (UCR) presentó en 2019 un proyecto de ley tendiente a tipificar la acción de los stalkers dentro del Código Penal, y que el acoso virtual también sea castigado más severamente. En la actualidad es tan sólo una contravención.
Qué recaudos tomar ante un stalker
Stalkear es un término muy utilizado entre niños, adolescentes y jóvenes para referirse a la persona que investiga datos de otros a través de las informaciones que comparten en perfiles de redes sociales, como Facebook, Twitter, LinkedIn, videos en Youtube, entre otros. La traducción de Stalker al español sería «acosador, acechante o furtivo».
Para el contexto de las redes sociales se refiere a la acción de investigar, averiguar, hurgar en plataformas sociales, a fin de obtener información de alguien a través de los datos que va generando y compartiendo, en una observación silenciosa y por ende a veces inquietante.
La acción de stalkear implica una práctica común que probablemente la mayoría de los que están en las redes sociales lo han hecho alguna vez, como cuando por ejemplo en Twitter se profundiza en la mirada de la cuenta de un político para conocer su pensamiento, o en Instagram se observan varios posteos de un famoso para saber qué hizo en los últimos tiempos. Eso ya representa stalkear.
Llevado al extremo, un stalker es una persona que vigila o espía mediante Internet. Algunos académicos los llaman los observadores silenciosos o fantasmas. Por ello es que también están los que stalkean para otros fines, como generar perfiles falsos para obtener información o provocar reacciones como la desacreditación, robo de identidad o incluso delitos.
El límite del stalking en todos estos casos es la frecuencia e intensidad con el que se realiza. Cuando el seguimiento es sistemático e intrusivo, se convierte en acoso.
Quienes más expuestos se encuentran a ser stalkeados son las personas públicas, como celebridades, deportistas, animadores de televisión o figuras del espectáculo. Sin embargo, todos son pasibles de sufrir a los stalkers que están pendientes de conseguir información.
Para ello también existen barreras que ofrecen las redes sociales. En Facebook se establece contacto a través de una solicitud de amistad que tiene que ser aprobada, y en Linkedin está el equivalente al pedido de contacto que requiere de los mismos pasos. Mientras que en Instagram como en Twitter se encuentran disponibles las acciones de hacer privados los perfiles, y de esa forma sólo se pueden tener seguidores aprobados por el dueño de la cuenta.
Algunas plataformas ya han tomado recaudos para reducir los niveles de stalking. Facebook permite reconocer contactos no deseados e ignorar las conversaciones y borrarlas. E Instagram habilitó una función, Restringir, por la cual es posible proteger una cuenta de interacciones no deseadas.
Facebook, al igual que Instagram, ya tienen herramientas de protección contra los stalkers.
No obstante, siempre existirá la posibilidad de que se quiebren las barreras de privacidad establecidas. Por ello, hay una serie de consejos a seguir para reducir los niveles de exposición:
No postear ubicaciones específicas y menos de manera automática.
No publicar datos puntuales como tarjetas de crédito, teléfonos, domicilio, etcétera.
Analizar, antes de hacer un posteo, si las imágenes que se publicarán contienen elementos que convertir al protagonista en un blanco.
No aceptar a alguien desconocido como amigo en Facebook.
Chequear los permisos que tienen los seguidores o amigos para acceder a la información que se publique.
Stalkear: ¿puede ser un delito?
Once diputados radicales presentaron en marzo de 2019 un proyecto de ley que amplía los alcances dos artículos del Código Penal, el 72 y el 149, y entre las modificaciones se estipula incorporar el stalking en las redes sociales dentro de los delitos de acoso ya existentes para la norma argentina.
Específicamente se refiere al artículo 149, en cuya modificación propuesta se prevé reprimir «con prisión de seis meses a dos años el que en forma reiterada ejecute un patrón de conducta destinado a perseguir, intimidar, perturbar, hostigar o entrometerse en la vida del otro y alterar gravemente su vida cotidiana o hábitos de vida».
El proyecto considera como una de las formas de «conductas de persecución, intimidación, perturbación, hostigamiento o intromisión» el hecho de «establecer o intentar establecer de forma insistente contacto con otro a través de cualquier medio de comunicación electrónica, telefónica, carta o de cualquier otra naturaleza, o por medio de otras personas».
Y entre los considerandos profundiza respecto de las prácticas de acoso en el mundo virtual de las redes, que en el proyecto lo denominan como «cyberstalking, acoso cibernético o cyber acoso».
«(Es) actuar de contacto a través de todo tipo de medios: directamente o valiéndose de terceras personas, y utilizarse conjunta o sucesivamente (cada incidente puede o no ser igual al anterior) hacia la víctima o su entorno próximo, como sólo contacto, verbal en persona, llamadas telefónicas, mensajes de voz, mensajes en programas de radios, mensajes de texto (SMS) y mensajes a través de cualquier tipo de plataforma/red social, como Instagram, Facebook, Twitter o Telegram, aplicaciones de citas en línea, (Tinder, Badoo, Happn, etc)¸ o mensajería instantánea a través de Whatsapp o Line, pudiendo ocurrir el denominado cyberstalking o acoso cibernético), correos electrónicos o cartas», abunda el proyecto.
Fue presentado como el expediente 3355-D-2019, y llevó la firma de los diputados Gonzalo del Cerro, Carlos Fernández, Miguel Bazze, Hugo Marcucci, Gustavo Menna, Diego Mestre, Silvia Martínez, Nadia Ricci, Josefina Mendoza, Jorge Enríquez y Albor Cantard. Durante el período ordinario de 2019 sólo registra el giro a la Comisión de Legislación Penal de la Cámara Baja.
Un stalker, en una serie
La problemática del stalking ya se convirtió en una serie de televisión. Se trata de You, que narra la obsesión de un hombre por una escritora, a la que empieza a perseguir hasta el límite de acosarla por todos los medios que se le presenten, en especial los virtuales. Está basada en la novela de la estadounidense Caroline Kepnes, que lleva el mismo nombre.
Es protagonizada por Penn Badgley y Elizabeth Lail y está disponible en la plataforma Netflix.
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