El infarto omental (OI) es una causa rara de abdomen agudo.1 La inclusión de los últimos avances radiológicos en la práctica clínica estándar lleva a cuestionar el manejo quirúrgico clásico de esta enfermedad.2 Presentamos una revisión de los pacientes hospitalizados con OI en nuestro hospital en los últimos 10 años (6 casos) (Tabla 1), de los cuales 3 fueron tratados quirúrgicamente.
Descripción de los Pacientes Diagnosticados de Infarto Omental en nuestro Hospital (Periodo 2003-2013).
Diagnóstico | Año | Edad | Sexo | Historia de Interés | Síntomas | Estudios Complementarios | Diagnóstico | la Estancia Hospitalaria (Días) | Otros Datos de Interés |
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Radiológicas (TC) | 2010 | 59 | F | TIA | dolor Abdominal después de la colonoscopia | CT | OI | 5 | Anual de la tomografía computarizada de 2 años |
Radiológica (CT) | 2013 | 50 | F | No | RHC pain | CT | OI | 9 | Required readmittanceAnnual CT scan for 2 years |
Radiological (CT) | 2013 | 49 | F | Cutaneous leukocytoclastic vasculitisAMI | RHC pain | UltrasoundCT | OI | 11 | Annual CT scan for 2 years |
Surgical | 2004 | 30 | M | No | RIF pain | Simple radiografía abdominal | Apendicitis | 2 | Apendicectomía+OI resección |
Quirúrgico | 2007 | 33 | M | No | RIF dolor | No | Apendicitis | 3 | Apendicectomía+OI resección |
Quirúrgico | 2012 | 31 | F | No | dolor Epigástrico | UltrasoundCT | absceso Tubo-ovárico | 4 | Apendicectomía+OI resección |
AIT: ataque isquémico transitorio; RIF: fosa ilíaca derecha; RIC: hipocondrio derecho; IAM: infarto agudo de miocardio; IO: infarto omental; F: mujer; TC: tomografía computarizada; M: hombre.
A los pacientes tratados de forma conservadora se les diagnosticó OI mediante tomografía computarizada (TC), sin diagnóstico patológico. Un paciente fue readmitido 1 semana después del alta debido a un empeoramiento de la condición clínica, lo que requirió otra tomografía computarizada y colonoscopia para descartar una enfermedad subyacente. Todos los pacientes recibieron tratamiento analgésico, antiinflamatorio y antibiótico, que también ha sido propuesto por otros autores1,2,aunque el tratamiento antibiótico ha sido discutido en otros casos.3,4 Después de la mejoría clínica, los pacientes fueron dados de alta del hospital a los 5, 9 y 11 días, respectivamente. Dos años después,los pacientes siguen asintomáticos y las TC de seguimiento anual muestran reducción de la masa inflamatoria3, 4, así como ausencia de otras lesiones omentarias.1,5
En los pacientes tratados quirúrgicamente, no hubo diagnóstico preoperatorio de OI. En 2 casos, se indicó cirugía por sospecha de apendicitis aguda, y en un caso por sospecha de absceso tubovárico. En estos 3 casos, el diagnóstico de OI se confirmó durante la cirugía. En todos los pacientes, se resecó el omento afectado junto con el apéndice para evitar futuros errores en el diagnóstico.2,5,6 Las estancias hospitalarias fueron de 2, 4 y 4 días, respectivamente, sin complicaciones postoperatorias. Los pacientes fueron atendidos un mes después de la cirugía y estaban asintomáticos.
Según la clasificación propuesta por Leitner et al., las OI se definen como primarias o secundarias dependiendo de su patogénesis.7 Pueden ser secundarias a torsión causada por adherencias, quistes, tumores o hernias, o procesos trombóticos por trastorno de hipercoagulación, anomalías vasculares o traumatismos (como en nuestro tercer caso). Los casos sin causa discernible se consideran IO primaria, que es la etiología más frecuente, como se observa en 5 de nuestros pacientes. Los factores predisponentes incluyen obesidad, trauma local, comer en exceso o tos.5
Dentro de los síntomas inespecíficos, hay un predominio de dolor progresivo en el hemiabdomen derecho.2 Nuestros 6 casos debutaron con síntomas compatibles con abdomen agudo. En general, no hay náuseas, vómitos, anorexia u otros signos gastrointestinales. Este tipo de presentación debe plantear un diagnóstico diferencial con colecistitis, diverticulitis, apendicitis epiploica, tumores con contenido de grasa, mesenteritis esclerosante o causas ginecológicas y, sobre todo, apendicitis aguda.
Mientras que el ultrasonido puede guiar el diagnóstico hacia la OI, la tomografía computarizada es el estudio de elección. Cuando la OI es causada por torsión, hay un patrón característico de hebras lineales hiper atenuadas concéntricas en la masa grasa, o «signo de giro».3,4
Las complicaciones de la OI incluyen el desarrollo de adherencias y abscesos intraabdominales3,4,8,por lo que se recomienda una monitorización estrecha en los primeros días, seguida de seguimiento ecográfico en el primer trimestre y tomografía computarizada anual durante los primeros 3 años.3,4 El tratamiento quirúrgico, principalmente laparoscópico, es recomendable cuando los hallazgos radiológicos son inespecíficos y los síntomas persisten. Las ventajas del abordaje laparoscópico incluyen una estancia hospitalaria más corta y la prevención de las complicaciones involucradas en el manejo conservador, mientras que las desventajas incluyen los riesgos de la anestesia general y los relacionados con el procedimiento quirúrgico en sí.9
Aunque la TC ha proporcionado un mejor diagnóstico de esta enfermedad y nos permite optar por un tratamiento conservador, el abordaje quirúrgico sigue siendo la mejor alternativa para confirmar el diagnóstico y, fundamentalmente, para hacer un diagnóstico diferencial con apendicitis aguda. En nuestra serie, el diagnóstico de OI en los pacientes manejados con tratamiento conservador se realizó con TC abdominal, pero aún así hubo incertidumbres diagnósticas que motivaron una hospitalización prolongada. En los casos de tratamiento quirúrgico, sin embargo, el estudio de patología proporcionó el diagnóstico definitivo de OI.10
Un aspecto a tener en cuenta con respecto al tratamiento quirúrgico es que los pacientes tratados de forma conservadora requirieron estudios de seguimiento radiológico durante 2 años para descartar complicaciones. Mientras tanto, el grupo que recibió tratamiento quirúrgico solo requirió una visita de rutina al consultorio un mes después del procedimiento.
Como se describe en nuestra serie, la mayoría de los autores recomiendan el manejo conservador cuando se realiza un diagnóstico radiológico de OI, optando por el abordaje laparoscópico solo en los casos con empeoramiento de los síntomas.1,6
Dada nuestra experiencia en casos quirúrgicos y la falta de estudios comparativos que demuestren diferencias significativas entre el manejo quirúrgico y el conservador, el abordaje laparoscópico podría considerarse la herramienta diagnóstica y terapéutica de elección en pacientes con diagnóstico radiológico de OI. El tratamiento quirúrgico favorece la rápida resolución de los síntomas y el alta más temprana8, con una baja tasa de complicaciones. La cirugía también evita las complicaciones propias de la OI o las causadas por un retraso debido a un diagnóstico errone2,4,6,8 y requiere menos estudios complementarios, así como un seguimiento más corto del paciente.
Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener conflicto de intereses.