Francisco de Miranda nació en Caracas el 28 de Marzo de 1750, hijo de un Español de las Islas Canarias. Al principio de su vida entró en el ejército español y se fue a Madrid con amplios fondos y cartas de presentación. Compró una capitanía y comenzó a llevar el diario que con el tiempo se convirtió en el núcleo de un inmenso archivo. Su carrera militar no fue afortunada. Acusado de negligencia en el cumplimiento del deber, finalmente fue absuelto y enviado a Cuba, donde de nuevo se peleó con las autoridades. En 1783 dejó el servicio español y huyó a los Estados Unidos.
A partir de entonces, Miranda se rebeló abiertamente contra la corona española. Impulsado por el ejemplo de las 13 colonias que habían logrado la independencia de Inglaterra, aspiraba a establecer un imperio independiente en Hispanoamérica. Entre sus amigos en los Estados Unidos había hombres como Washington, Hamilton y Thomas Paine. Constantemente perseguido por agentes españoles, visitó Inglaterra, Prusia, Austria, Italia, Turquía y Rusia. Catalina la Grande le tomó cariño y le permitió usar el uniforme ruso y usar un pasaporte ruso.
En 1790, España e Inglaterra disputaron los derechos de Nootka Sound, y Miranda esperaba convencer al joven William Pitt de que había llegado el momento de establecer un imperio independiente en Hispanoamérica, donde Inglaterra podría disfrutar de un monopolio comercial. No tuvo éxito, pero no se desanimó, y ofreció sus servicios a Francia. Luchó en sus guerras, y su nombre fue inscrito más tarde en el Arco del Triunfo, pero Francia tuvo tan poco uso para sus planes como Inglaterra. Sobrevivió al encarcelamiento y al Terror y, en 1797, huyó a Inglaterra, donde encontró más aliento para sus proyectos. En 1806 intentó invadir Venezuela, pero las autoridades habían sido advertidas y fue rechazado. Derrotado pero impertérrito, esperaba su hora en Londres.
Dos años más tarde, la rebelión en el Imperio español pareció mejorar las posibilidades de Miranda. En 1810 se reunió con el enviado de la Venezuela revolucionaria, Simón Bolívar, que había ido a Gran Bretaña en un esfuerzo por ganar apoyo para las colonias. Bolívar indujo a Miranda a regresar a su país natal, y después de 40 años de ausencia, el anciano conspirador volvió a poner un pie en su tierra natal. En la agitación que azotó a Venezuela, fue nombrado comandante en jefe, pero el desafío de liderar un país en revuelta y organizar un ejército de civiles no entrenados resultó demasiado para él. En lugar de hundir a Venezuela en una guerra civil, concluyó un armisticio con el contrarrevolucionario español Monteverde. Sus agentes sospecharon de sus motivos y lo metieron en prisión. El victorioso Monteverde lo envió a España, donde en 1816 murió en Cádiz en la fortaleza de las Cuatro Torres.
Miranda tenía dones extraordinarios y grandes debilidades tanto en su vida privada como en su vida pública. Pero sus fracasos no pueden ocultar el hecho de que fue uno de los primeros en alzar la bandera de la libertad en Hispanoamérica, y aunque no alcanzó su meta, señaló el camino. Es por esta razón que se le llama «El Precursor».»