En 1949, el filósofo alemán Karl Theodor Jaspers acuñó la frase «Achsenzeit» («Edad Axial» o «Edad del Eje» en inglés) para describir un tiempo entre aproximadamente 900-200 a.C. cuando «Los fundamentos espirituales de la humanidad se establecieron de manera simultánea e independiente y estos son los fundamentos sobre los que la humanidad aún subsiste hoy en día.»
Fue un momento crucial en la historia humana temprana cuando los seres humanos comenzaron a reflexionar por primera vez sobre la existencia individual y el significado de la vida y la muerte.
La creciente civilización urbana, originada inicialmente bajo el liderazgo de una clase dominante sacerdotal, fomentó el comercio y acercó a diferentes sociedades. Pero, a medida que la vida urbana se aceleraba y expandía, interrumpía el viejo sentido del orden. Además, esta nueva forma de vida generó un conflicto social y político sin precedentes y un aumento de la violencia y la agresión.
Las antiguas costumbres ya no podían darse por sentadas. Las personas comenzaron a cuestionar sus propias creencias una vez que entraron en contacto con otras cuyas creencias eran diferentes. Se les desafió a mirarse a sí mismos de diferentes maneras y a considerar nuevas ideas o aferrarse firmemente a las viejas. Además, el aumento de la población y la mezcla de culturas expusieron a más personas a las realidades de la vida, como la enfermedad, la codicia, el sufrimiento, la inhumanidad y la injusticia social. Como resultado de todo esto, la gente comenzó a experimentarse a sí misma como separada de los demás por primera vez.
La idea del ser trajo consigo el problema de lo que le sucede al ser después de la muerte. En respuesta a esto, la gente comenzó a buscar conceptos religiosos y éticos más completos, y a formular una moralidad más iluminada donde cada persona era responsable de su propio destino. Así, entre aproximadamente el 900 y el 200 a. C., un nuevo modo de pensar se desarrolló casi simultáneamente en cuatro áreas distintas del mundo.