Este artículo ofrece una visión general muy buena de un gran tema que abarca una multitud de tumores, cada uno con su propio conjunto de cuestiones controvertidas en cuanto al diagnóstico y el manejo. Los autores discuten las diversas opciones diagnósticas y terapéuticas disponibles para estos tumores en un sentido general,en lugar de concentrarse en las características específicas de cada patología. Aunque este enfoque ciertamente proporciona una visión general satisfactoria, no delinea los muchos dilemas diagnósticos y terapéuticos que pueden enfrentar el cirujano practicante de cabeza y cuello. Sin embargo, dadas las limitaciones de espacio para este tipo de papel, probablemente no fuera factible un debate más detallado.
Los autores ofrecen un buen resumen de las pruebas diagnósticas. Sin embargo, no indican claramente si la tomografía computarizada (TC) o la resonancia magnética (RM) deben ser la modalidad de selección elegida, o, como creo, si se deben ordenar ambas, ya que tienden a proporcionar información complementaria.
Aunque la angiografía siempre ha sido el procedimiento de diagnóstico estándar para evaluar tumores vasculares, con el uso creciente de la angiografía de resonancia magnética (ARM), la angiografía se puede evitar en muchas situaciones. Creo que la mayoría de los paragangliomas, aparte de los tumores carotídeos, requieren embolización.Por lo tanto, generalmente realizo angiografía el día antes de la cirugía en conjunción con embolización.
Advertencias con respecto a la Cirugía
Aunque el artículo aborda todas las opciones terapéuticas quirúrgicas, albeitbriefly, en mi opinión, la resección intraoral debe condenarse con mayor fuerza, particularmente para el cirujano ocasional. La escisión inadecuada y la formación de tumores, por no mencionar la hemorragia incontrolable por laceración de vasos importantes y el daño a los nervios, son consecuencias potenciales de tal enfoque.
Los autores también mencionan técnicas que aumentan la exposición tanto al espacio parafaríngeo como a la base del cráneo. Sin embargo, se debe enfatizar que es raro que se necesite una mandibulotomía, excepto en tumores extremadamente grandes o muy vasculares, o en casos en los que el control de la arteria carótida interna distal es esencial. En mi experiencia, la dislocación de la mandíbula no ofrece ninguna mejora significativa en la exposición.
Finalmente, se debe enfatizar que la resección de muchos de estos benignos puede resultar en parálisis de los nervios craneales, lo que puede tener consecuencias desastrosas,particularmente en el paciente anciano. Por lo tanto,si la parálisis vagal es una posibilidad,los pacientes deben estar bien preparados con respecto a las posibles consecuencias, incluidos los efectos en el habla y la deglución. No hacerlo puede llevar a un paciente muy infeliz y a una rehabilitación difícil. Por lo tanto, los pros y los contras de la resección deben discutirse claramente con el paciente y la familia antes de realizar un procedimiento quirúrgico. En muchos pacientes, en particular los de edad avanzada, la espera vigilante no es una alternativa irrazonable, siempre y cuando se esté seguro de que la lesión es benigna.