El concepto de tiempo profundo resultó directamente de las observaciones de la naturaleza y forma una piedra angular de la descripción científica de la naturaleza. Las observaciones de campo llevaron a los primeros naturalistas a ideas tan fructíferas como la horizontalidad original, la superposición y las escalas espaciales de los eventos. Estas ideas, a su vez, condujeron a las nociones de secuencias, criterios de sincronicidad, correlación y al reconocimiento de cambios sistemáticos y temporales en los ensamblajes de vida con sus muchas implicaciones para la evolución de la vida. Los primeros naturalistas se dieron cuenta de que la tierra tiene una historia de varios millones de años; sus inferencias fueron confirmadas finalmente por los resultados de la determinación radiométrica de la edad. Al estar basado en la observación, el tiempo profundo se enseña fácilmente a los estudiantes utilizando características locales, y su validez se desprende simplemente de la premisa de que los fenómenos naturales contienen información real. La apreciación del tiempo profundo nos ayuda a definir los límites al consumo humano de los recursos de la Tierra, así como a proporcionar un marco para los debates entre aquellos que tienen diferentes puntos de vista sobre los dominios de validez para la ciencia y la religión y sobre el significado de las inferencias científicas.